Resumen |
¿Vas a firmar el libro con tu nombre? La primera vez que me preguntaron pensé que era una broma y me reí a carcajadas. A la tercera, comprobé la imperiosa necesidad de publicarlo cuanto antes. Y, por supuesto, con mi nombre. Sé -porque también lo escuché en los últimos meses- que más de alguien se preguntará ¿qué hace una periodista como ella escribiendo un libro como ése? Lo primero que habría que subrayar es que los periodistas como yo, y también los que son muy distintos a mí, tienen mucho que decir sobre sexo. Al igual que los ingenieros, los banqueros, los panaderos, los gerentes, los obreros, los magos, los ricos, los pobres, los altos, los bajos, los ministros, los alcaldes, los genios, los necios, los bellos y los feos. Los jóvenes y los viejos. Nadie se salva, ni siquiera los que optan por la castidad, que es simplemente (o complicadamente) otra forma de encarar el asunto. No importa cuáles sean nuestras características personales, nuestra cultura o nuestra religión, todos los seres humanos estamos marcados por nuestra sexualidad. Incluso aquellos que frente a la pregunta de sus hijos o nietos arriscan la nariz y responden que «de eso» ellos no tienen. Sin embargo, el hecho de que todos tengamos sexo no significa que se pueda hablar de él abiertamente y, lo que es peor, tampoco asegura que se le practique con placer y sabiduría. |