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Clasificación
Ch 861gs L412
Autor(es)
Lavín Cerda, Hernán
Título(s)
Musica de fin de siglo
Edición
Editores
Lugar de Edición
Fecha de edición
Fondo de Cultura Económica
Santiago
1998
Notas
Resumen
Inevitable escuchar en esta Música de fin de siglo, de Hernán Lavín Cerda, la doble melodía que integra la trayectoria de un poeta singular, inconfundible, incansable: en una línea, la presencia de Hernán, en otra, su escritura. Dos totalidades independientes, pero trenzadas, mutuamente contaminantes: poesía y vida, escritor y escritura. Hernán, el maestro (como atestigua, en el prólogo, Vicente Quirarte), el amigo, el charlista carismático que crea el momento mágico, que trae la poesía a su propia charla, que provoca la sorpresa del comentario metafísico disimulado de trivialidad cotidiana, que transmite la discreta amonestación: "si vas a escribir poesía, anda, escribe, ¡pero ya!" Porque Hernán no se anda por las ramas, escribe y se lo agradecemos y se lo agradecerán más, en el futuro, aunque él sea, a momentos, un devoto del Eclesiastés. La presencia de Hernán nos acompaña en la simpatía de su persona y también en su poesía, sobre la que intentaré dibujar un breve itinerario. EL POETA FILÓSOFO El título de uno de los libros de Hernán, Alucinación del filósofo, da la pauta para entender lo que hay de cavilación sesuda en la poesía de Hernán y cómo ésta se da y fluye en un continuo devenir que se destruye y se construye con placer, en principio, o con el placer del padecer la existencia. Mediante la alucinación, Hernán transforma el momento cotidiano en metafísico. Desde la antisolemnidad de "La comedia del cadáver", poema en el que la intermitente aparición y desaparición de un cuerpo bajo la cama oscila entre la caricatura y la epifanía del hombre ante el espejo de su existencia. Pasando por el loco de "Con una pierna para arriba" que tiene por certeza que "el futuro es como respirar al revés" y que siente que una pierna le es extraña y, es más, lo desconoce. Hasta la silla que no sabe lo que quiere y pregunta por la identidad de su pasajero con quien mantiene una estrafalaria relación. En el mundo alucinante de Hernán "la vida es la única enfermedad mortal". Existe el psicoanálisis de los muertos con el que se ha demostrado que los habitantes de ultratumba "sufren complejo de inferioridad", son envidiosos, poco confiables y se encuentran eternamente al acecho. O aparece un hombre que carga un pescado tan grande como él: el hombre sonríe y el pescado en vez de llorar, ríe. En la poesía de Hernán deslumbra la maravilla de lo insignificante significativo, el ejercicio de la inaugural mirada infantil que prescribe: "obsérvalo todo como en el primer día del mundo". Sin embargo, para Hernán, por encima de cualquier actividad especulativa del hombre está el amor pues: "Poco se puede hacer durante el día, poco se puede hacer / durante la más larga noche del mundo. / Muy poca es la gloria, el júbilo casi total, muy poca es la gloria, / y sin embargo es muy bella la piedra del amor / que gira en el aire y nunca desaparece".
Descripción
331 p.
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