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Código de lector
Clasificación
Ch 861vx D542
Autor(es)
Díaz-Casanueva, Humberto
Título(s)
Vox tatuada
Edición
Editores
Lugar de Edición
Fecha de edición
Universitaria
Santiago
1991
Notas
Resumen
Desde “El Aventurero de Saba” (1926) hasta Vox Tatuada (1991) su poesía ha sido una indagación, encaminándose hacia las zonas más oscuras del ser humano: “... desde los peligros y sobresaltos del hombre, hacia el ser, hacia zonas huidizas e inaccesibles de ese ser por excesivo...” (Jiménez, 1981: 87). Su lenguaje poético posee una voz delirante, donde la palabra está articulada a una pluralidad de símbolos diversos que produce una escritura de la diseminación. Esta particular relación con el lenguaje le permite indagar en problemas existenciales permanentes en el hombre: “... el ser y la nada, el delirio y el dolor, canto y llanto...” (Jiménez, 1981: 87) Su poesía refleja un constante conflicto que se despliega en oposiciones que luego surgen plenas de sentido. El título “Vox tatuada” sintetiza, en una frase, la cualidad singular del lenguaje del texto. Por medio de un juego de oposiciones semánticas se crea una expresión nueva que abre posibilidades nuevas de significación para lograr expresar lo aún no dicho, aquella zona de la interioridad que es apenas consciente, donde la palabra llega difícilmente, donde se mezcla el lenguaje consciente, la reflexión, el sueño, el recuerdo, el grito y la palabra. Díaz-Casanueva produce un lenguaje nuevo para la indagación de zonas poco exploradas de la vida humana, allí donde pocas veces llega el discurso crea un lenguaje nuevo para una nueva relación simbólica con el mundo. Esta poesía que ha sido considerada como metafísica, pero no lo es. Es una búsqueda hacia adentro: “... proceso creativo que revela al yo... del misterio del ser...” (Jiménez, 1981: 87). Su indagación toma un camino opuesto a la metafísica; despojada de trascendencia, la expresión poética surge de una mirada introspectiva que va descubriendo zonas inexploradas de la subjetividad por medio del lenguaje poético. No es meditar poéticamente sobre el ser: “Jamás he podido escribir con planes abstractos o ideas metafísicas deliberadas...” (Jiménez, 1981: 87). Esta poesía se abre a una zona del lenguaje estructurado por lo múltiple, a lo equívoco, a lo absurdo y contradictorio, donde consciente e inconsciente coexisten simultáneamente. El proyecto poético de Diáz-Casanueva apunta a develar la experiencia de este lugar íntimo en que coexisten el grito y la palabra, el susurro y el aullido, sueño y lucidez, positividad y negatividad. El poeta sabe que todo lo experimentado allí difícilmente lo reconocemos como un universal humano: la negatividad, la angustia, la muerte, el sinsentido. Pues vivimos a este lado del lenguaje en donde las normas controlan el discurso consciente, reprimiendo lo contradictorio y conflictivo, es decir el deseo y la muerte, el goce y el dolor. Desde esa zona preconsciente surge el poema, construido por medio de oposiciones que pueblan su poesía, produciendo movimientos dialécticos que cruzan su poesía de parte a parte. Díaz. Casanueva describe su poesía como un amargo juego dialéctico (Díaz-Casanueva en Jiménez 87), cuya finalidad es revelar especularmente rasgos escondidos del yo del poeta mismo. Búsqueda de un sujeto que se halla frente sí desprovisto de una identidad sólida, de un reconocimiento frente a sí mismo. El reconocimiento viene al encontrar su intimidad en su propia escritura poética, abriendo su yo al lector, donde el lector también se encuentra y se reconoce.
Descripción
94 p.
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