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Clasificación
928db T265
Autor(es)
Teitelboim, Volodia
Título(s)
Los dos Borges: Vida, sueños, enigmas
Edición
Editores
Lugar de Edición
Fecha de edición
Sudamericana
Santiago
1998
Notas
Resumen
A pesar de ser toda una celebridad en Chile, galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 2002, Volodia Teitelboim no es un escritor especialmente conocido. Si su nombre suena es sobre todo por su faceta de biógrafo, especialmente por los estudios completos de sus compatriotas más importantes internacionalmente, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro y Pablo Neruda. La de este último es quizá la más valiosa, debido a la estrecha relación de amistad que mantuvo con Neruda desde 1937, una amistad acentuada sobre todo por motivos ideológicos. Comunista convencido, como Neruda, Volodia tuvo que abandonar su país tras la caída de Allende ?y la muerte de Neruda? y no volvería hasta quince años después, convertido desde 1994 en secretario general del Partido Comunista chileno, además de ser senador y diputado. Son precisamente las convicciones de Volodia lo que hacen que la biografía de un escritor que aparentemente está fuera de su órbita, de un autor argentino, de ideas entre contradictorias y ambiguas, cuando no arbitrarias, pero en muchos momentos cercanos a la derecha, y desde luego a la ideología más conservadora, que conforma la mentalidad de Jorge Luis Borges. Cualquiera que conozca a Volodia puede pensar, sin leer el libro, que esta biografía se trata de un desquite o de un ajuste de cuentas hacia un Borges que llegó a apoyar los regímenes de Videla y de Pinochet. Nada más lejos, la biografía de Volodia, aunque afronte sin miedos ni endiosamientos las posturas más controvertidas de Borges, demuestra una profundización y una objetividad que es precisamente lo que engrandece este acercamiento a la vida y a la obra de Borges. Para ello Volodia ha divido la obra en seis partes que son en realidad seis núcleos temáticos: infancia y juventud de Borges ?formación del mito?, construcción poética y símbolos recurrentes, concepción y experiencias amorosas, ideario político ?y apolítico? y momentos finales ?muy polémicos por cierto? junto con su repercusión posterior. Queda claro que, desde el título, Volodia recurre en muchas ocasiones al uso de binomios, que vendría a ser una concepción de Borges tremendamente borgeana, usando un símbolo, el del doble, que el propio Borges acuñaría en algunos de sus relatos, entre ellos el inmortal «Borges y yo» o el relato «El otro», y algunos de sus símbolos, como por ejemplo el espejo, también apuntan en esta dirección. La primera dualidad que se plantea Borges es anterior a su nacimiento. Como don Quijote Borges se plantea en ciertos momentos el debate entre las armas y las letras. Algunos de sus antepasados se decantaron por las armas, y él los aplaude y celebra en varios poemas, pero su vocación final, a diferencia del Quijote, son las letras. Ese canto a las armas en Borges acaba cuajando en un amor incondicional por la épica ?desde la épica criolla a las sagas islandesas?, lo único que, según el mismo reconocía, conseguía emocionarle. Ya desde pequeño se vio brutalmente enfrentado a ambos mundos: en mitad del arrabal, en un barrio de matones y cuchilleros, pero a salvo tras los muros del jardín, en la atalaya de la biblioteca familiar, una especie de torre de marfil que le aislaba del mundo y le ponía en contacto con otros mundos. Pero el arrabal existía, y Georgie lo sabía ?de ahí su interés temprano por la figura de Evaristo Carriego?. Porque Borges no deja de ser un eslabón más, importante por su difusión y su significación, en el binomio planteado por Sarmiento en Facundo de «civilización y «barbarie», de europeísmo y nacionalismo o argentinismo. Como muchos hispanoamericanos Borges buscó su propia identidad, dentro y fuera de las fronteras de su país. Como muchos de sus compatriotas dio la espalda a su país y volvió los ojos, deslumbrado, a Europa. Pero su actitud está llena de ambigüedad, cojugándose en su escritura argentinismo localista y cosmopolitismo europeísta. Sus primeras obras están plagadas de argentinismos, como ocurre en El tamaño de mi esperanza, donde se ve a un joven Borges que destaca el valor de sus raíces al tiempo que señala ya algunas definiciones universales que más tarde se convertirán en puntos de referencia en su trayectoria. La visión que ofrece Borges de Argentina es la mirada melancólica a un mundo que está desapareciendo, algo así como la visión urbana de Don Segundo Sombra, desde luego lo opuesto a la modernidad y a la miseria de Roberto Art. También habrá un doble camino en la interpretación que hace Borges del mundo. Entre realismo e idealismo el escritor argentino opta por el segundo, influenciado sobre todo por Schopenhauer ?con su obra El mundo como voluntad y representación? y Berkeley. En palabras de Volodia, «la dispuesta entre realismo e idealismo es mucho más que un modo de entender la literatura, es una forma de vivir la vida: es un rechazo al pragmatismo, es la incapacidad de acceder a pie de calle al mundo que le rodea, es el desinterés por todo lo banal y lo contingente que sucede a su alrededor; y sobre todo, es el refugio en un mundo inventado por él mismo, poco a poco en cada obra, de naturaleza intelectual, simbolizado otra vez con el laberinto y con la biblioteca, es el ansia y la búsqueda de lo universal al tiempo que lo personal a través del intelecto, y sobre todo, la mitificación de este mundo». Con una concepción como esta es fácil comprender la predisposición de Borges hacia la literatura fantástica antes que la realista. Pero la elección no es pura ni mucho menos. Volodia lo define como «un realista de lo fantástico» o bien como «un fantástico de la realidad». Una concepción del mundo real que pasa inevitablemente a través del filtro del mundo libresco. De hecho, uno de los mayores reproches que se le hacen a Borges es el de no representar ninguna experiencia vital admirable. Su literatura es una aventura libresca, un mundo paralelo lleno de licencias a la realidad contingente. De ahí su concepción del mundo como un laberinto, «metáfora kafkiana de la búsqueda sin salida». Se trata de un mundo engañoso que está en el extremo opuesto al vitalismo desenfrenado de Neruda. Es un mundo en el que el goce de los sentidos, el placer sin más, la sensualidad, repugna antes que atrae ?lo que permite entender en parte el tratamiento que hace del sexo en su obra?. La vastedad de su cultura es una de las características borgeanas que más han impresionado a todos los que se han acercado a su persona o a su obra. Volodia trata de desmitificar el mito, para lo cual describe el proceso de formación y de elaboración literaria de Borges. Ya desde niño utiliza la técnica de utilizar y de reescribir textos ajenas, al principio con recreaciones libres de la Enciclopedia Británica. El método de trabajo será ya el que use definitivamente: «Procedía con libertad. Condensaba, cambiaba, introducía historias en varios planos, deslizaba una intriga y desenlaces inesperados. Anotaba a menudo referencias apócrifas. Despistaba y parodiaba. Le gustaba provocar asombro». El relato clave en este aspecto es «Pierre Ménard, autor del Quijote». Para Cesare Acutis «se apropia hasta la hipérbole de la tradición de origen». Lo cierto es que las referencias culturales en Borges se repiten una y otra vez, y al fin no resultan tan apabullantes como puedan parecer en una primera lectura, aunque lo que despista es que su lista de autores preferidos no estén al alcance del lector medio. Y no es de extrañar que sea así: una vez que quedó ciego se dedicó fundamentalmente a releer y los autores nuevos fueron dejando de interesarle ?como pasa con los escritores del boom?. A fuerza de repeticiones finalmente corrió el riesgo de convertirse en una fotocopia de sí mismo, del otro. Pero si hay algún momento en el que Borges exprese con más fuerza esa dualidad es en la manifestación de muchas de sus ideas políticas. La mayor parte de ellas han sido recogidas oralmente, a través de entrevistas. Fue el enfrentamiento al régimen de Perón lo que hizo que el orador saltara a la palestra de la fama. En al conversación demostró ser un hábil interlocutor: tremendamente rápido e ingenioso, un hábil manejador de la ironía y de la autoironía, siempre con el giro apropiado, cada una de sus frases no tenía el mínimo desperdicio. Sin embargo, se convirtió en experto en decir «barbaridades distinguidas». Es una contradicción más: el escritor introvertido, más solo y más encerrado en sí mismo a causa de la ceguera, descubre que tiene una facilidad pasmosa para relacionarse verbalmente con otras personas. Pero el Borges escrito y el Borges oral van en muchos casos por caminos muy distintos. Las declaraciones orales del escritor argentino llegan a ser bastante caprichosas e insensatas ?con respecto al esclavismo, a la monarquía, a la democracia o a las dictaduras?. Su apoyo a los regímenes de Videla y de Pinochet son ejemplos bastante significativos de estas declaraciones. Esta contradicción hará que Borges se convierta en un intelectual tremendamente controvertido, Es el modelo estético de escritores de todo el mundo, pero al mismo tiempo se pone en duda como paradigma ético. Algunos no se lo perdonarán, otros sabrán quedarse con lo aprovechable. Borges, en cualquier caso, siempre jugará a la ambigüedad ?declarándose anarquista y conservador?. Poco a poco se fue convirtiendo en un auténtico fenómeno publicitario. Su leyenda fue creciendo y extendiéndose por todo el mundo, y se convirtió en uno de los símbolos de la llamada cultura posmoderna. Con motivos o sin ellos se fue creando el mito; y hoy en día, tanto seguidores como detractores del autor argentino tienen que reconocer que se ha convertido en uno de los escritores fundamentales de la literatura fantástica y del siglo XX. Hacer una descripción pormenorizada de una figura de tales dimensiones sobrepasa con creces las posibilidades de un simple estudio o de una mera biografía. La obra de Volodia es tremendamente ambiciosa, y al mismo tiempo es muy minuciosa y correcta. En líneas generales se ofrece una visión lo suficientemente profunda de Borges como para hacerse una idea bastante exacta de lo que fue el personaje y su obra. Una recomendación bastante digna tanto para los mitómanos enamorados como para los curiosos que se acercan por primera vez a la obra del vate ciego.
Descripción
341 p.
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