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Autor(es)
Carcuro, Pedro
Título(s)
Historias mundialeras y de la Roja rumbo a Sudáfrica 2010: Me pongo de pie
Edición
Editores
Lugar de Edición
Fecha de edición
Aguilar
Santiago
2009
Notas
Co autor Esteban Abarzúa
Resumen
"Me pongo de pie", que el insigne rostro deportivo de TVN Pedro Carcuro coescribió con el periodista Esteban Abarzúa, y en el que se dieron a la tarea de reunir decenas y decenas de anécdotas surgidas en torno a los mundiales y las clasificatorias. Separadas por tipologías básicas, las historias van de las más conocidas y frescas a las más olvidadas. Así, por si alguien aún no sabe qué hizo Roberto "Cóndor" Rojas en el estadio Maracaná, los autores lo cuentan como si fuera la primera vez. Pero así como ésas, también abundan las historias que un seguidor promedio del fútbol (es decir, alguien que sigue uno que otro partido por televisión, se entera de lo que pasa en su equipo favorito y sabe qué clubes dan que hablar en el mundo) no tendría por qué conocer. Son historias perdidas en el tiempo, como la vigilancia que Benito Mussolini ejercía en la selección italiana para el mundial de 1934, y sus poco elegantes maneras de pedir a los jugadores que dejen todo en la cancha. "Buena suerte para mañana, muchachos. Si no, crash", les dijo pasándose el índice por el cuello, cual si fuera un cuchillo, el día antes de la final contra Checoslovaquia. También están esas historias que muchos han escuchado, pero recubiertas por esa estela que impide saber con certeza si se trata de un mito o de un hecho real. Como la de un jeque árabe que habría bajado a la cancha para pedir personalmente la anulación de un gol contra su equipo, a lo que el árbitro habría accedido. Bueno, sepa que es totalmente cierta, y ocurrió en España `82. El protagonista fue Fahid Al Ahmad Al Sabah, hermano menor del emir de Kuwait, y quien no escatimó en gastos y órdenes para que su pequeño y poco futbolizado país llegara al mundial español. Tras un intenso trabajo de dos años encabezado por un joven Carlos Alberto Parreira, el objetivo se logró y los premios para el plantel fueron millonarios. La anécdota ocurrió meses más tarde, en pleno Mundial durante un partido contra Francia, y la jugada del incidente fue motivada por un pitazo que salió desde la tribuna y que confundió al defensor de Kuwait. Fue gol de los galos. Entonces apareció Al Sabah, quien amenazó al árbitro con retirar a su equipo de la competencia si no anulaba el gol. Tras largos minutos de discusiones, el juez, sorprendentemente, accedió a la petición del jeque. El resultado final fue de 4-1 para Francia, pero los resultados posteriores son los más curiosos: El árbitro ruso Miroslav Stupar fue suspendido de por vida y Al Sabah murió asesinado durante la invasión iraquí de 1990.
Descripción
280 p.
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